La roca fragmentada resultante contiene cobre y es acarreada en camiones autónomos hasta la chancadora primaria. Luego pasa por los molinos y las celdas de flotación, obteniendo así el concentrado de cobre.
La plataforma del tajo de la mina que recibió nuestra compañera fue acondicionada previamente por una flota auxiliar de excavadoras, tractores y motoniveladoras. Algunos de estos equipos también son operados por mujeres. Esta vez Juliana Ccalahuilli Ccopa fue la responsable de operar el tractor de ruedas.
Ornella verifica que el terreno reúna los requisitos técnicos de acuerdo con el estándar de perforación autónoma (bermas de seguridad, nivelación de piso, parqueos para vehículos livianos y pesados, entre otros).
Luego, un dron guiado por Aynne Anchante, nuestra piloto profesional de drones del equipo de Topografía, hace el levantamiento topográfico del lugar. Con esta información se confirma que las condiciones técnicas son las adecuadas.
Mujeres en control
A seis kilómetros de distancia, desde el Centro Integrado de Operaciones (CIO), Melody Echegaray realiza el diseño de la malla de perforación, es decir, de la ruta que deben seguir las perforadoras autónomas y la distancia entre cada hoyo o taladro. Como asistente técnico de voladura, Melody se encarga de trazar esta ruta. Aquí entra en faena el equipo de perforación. Ellas se encargan de controlar la flota autónoma de nueve perforadoras Pit Viper y cuatro SmartROC.
El 65% del equipo de perforación de Quellaveco está integrado por mujeres. Y su trabajo es sobresaliente. Cada controladora puede supervisar al mismo tiempo hasta tres perforadoras. Lo hacen de forma remota desde el CIO. Estos equipos se encargan de hacer hoyos de hasta 15 metros de profundidad, donde se colocarán los explosivos. Una vez energizadas, las máquinas entran de forma autónoma a la plataforma y hacen su trabajo. En esta ocasión están al mando de Sandra Jiménez y Winni Torres.
Las controladoras de las perforadoras son moqueguanas. Ninguna de ellas tuvo experiencia previa en minería, pero Anglo American las entrenó y ellas han demostrado que las mujeres también pueden hacer este trabajo de forma segura y eficiente. Hechos los hoyos, el terreno está listo para que entre en acción el equipo de voladura.
Voladuras seguras
Las voladuras en Quellaveco están a cargo de la empresa especializada Enaex, donde más del 30% son mujeres. Diana Pérez, operaria de piso, ingresa a la zona y luego de corroborar la profundidad de los hoyos, conecta de forma manual los accesorios de voladura. Acto seguido, un equipo mixto se encarga de rellenar los taladros con la mezcla explosiva, mientras que Isabel Ríos, ingeniera química, toma muestras del explosivo para el control de calidad.
Ahora es el turno de Diana Pumacahua. Su trabajo consiste en asegurar que durante el proceso de tapado de taladros, los accesorios de voladura no sufran daños. Para eso los testea con un equipo electrónico. Enseguida, Marilia Córdova programa y conecta los detonadores a un cable electrónico que está tendido en la superficie de la plataforma, asignando los tiempos de detonación a cada taladro.
Es momento de liberar el área a detonar, para ejecutar la voladura. Ornella Calle inspecciona el área e inicia el protocolo de voladura (distribución de vigías, cierre de accesos y recepción de áreas liberadas). “Aquí vigía 3, reportando acceso cerrado”, le comunica la vigía Sarita Carrillo por la radio. El dron nuevamente se posiciona para grabar la voladura.