La selección final incluyó tanto a hombres como a mujeres, y Adriana, con su determinación y habilidades, logró asegurar un lugar en la compañía. El tiempo ha pasado y hoy se desempeña como operadora de la planta concentradora en la Planta de Flotación de Partículas Gruesas (CPF) de Quellaveco, bajo la gerencia de Procesos.
Fue una gran sorpresa para Adriana, pero también una bendición. Le demostró a su madre, a su familia y a sí misma que los sueños realmente pueden hacerse realidad. Ahora, Adriana Viglanzoni sigue siendo un testimonio viviente de la fuerza y la determinación, demostrando que no hay límites para lo que uno puede lograr.