Y es allí donde el cobre desempeña un papel vital pues es uno de los metales que conduce mejor la electricidad, además de tener resistencia a la corrosión y flexibilidad. Y por ello es un insumo y componente clave de aquellas instalaciones donde se captan y producen energías renovables.
Por ejemplo, una central de generación de fuente térmica convencional, que usa combustibles fósiles, requiere de alrededor de una tonelada de cobre en sus turbinas para producir un megawatt de electricidad, mientras que una de fuente eólica necesita de 3 a 5 toneladas por megawatt.
En el 2021, el panel solar de tamaño comercial más eficiente del mundo —construido por la compañía australiana Sundrive Solar— fue hecho con cobre. El uso de este metal puede abrir la puerta a la fabricación de paneles solares más económicos y sostenibles.
De igual manera, en los próximos años se vislumbra una mayor demanda de cobre debido a la mayor fabricación de vehículos eléctricos. El cobre es uno de los principales componentes de estos vehículos por ser el metal que mejor transmite la electricidad. De hecho, un auto convencional contiene 23 kilogramos de cobre, mientras que uno eléctrico puede llevar hasta cuatro veces más esa cantidad, distribuida en el motor, componentes eléctricos y baterías.